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Tocando el cielo en cumbres neuquinas

20 January, 2016

Víctor Roque Gutiérrez tiene 64 años, es andinista y prestador habilitado de montañismo de la localidad de San Martín de los Andes. Es una eminencia en lo que a la actividad refiere: más de 2000 cumbres y 50 años de consolidada trayectoria han logrado que su palabra sea sagrada para todos aquellos que practican la actividad. Un hombre muy respetado y querido en el ambiente.

Viviendo a pleno la temporada de ascensos en nuestras cumbres neuquinas, Víctor humildemente nos acerca algunos consejos elaborados luego de su vasta experiencia en la montaña forjada de aciertos y errores.

Víctor en el particular paisaje del volcán Achen Niyeu.

Además nos dedica unas palabras en referencia a nuestra Provincia y sus montañas que suenan como poesía, inspiradas en las virtudes y en las sensaciones vividas en cada ascenso.

El majestuoso Lanín con su manto blanco y su característico sombrero de nube.

“Neuquén, tierra de volcanes, pueblos originarios, pioneros y aventureros. Sus montañas hablan por sí mismas. Invitan a visitar sus cumbres que están llenas de recuerdos de infinitos logros y frustraciones, de alegrías y tristezas. Ellas son hitos de la Norpatagonia, refugio de Pillanes (espíritus de las montañas en lengua Mapuche), custodios de sus faldeos y filos, protectores de quienes caminan por sus senderos y sienten la energía que emana de sus piedras.”

Uno de los desafíos al fondo… El volcán Tromen con sus 4.114 m.s.n.m.

“Lanín, Domuyo, Tromen… desafíos a intentar. “Mahuidismo” (analogía de montañismo en lengua Mapuche) como bien lo llamaba el Doctor Gregorio Álvarez, incansable soñador y narrador de sus paisajes, quebradas, arroyos y nieves.”

Domuyo, el techo de la Patagonia con 4700 m.s.n.m.

Su vasto conocimiento luego de una acumulación de experiencias se ha transformado en sabiduría. Con el correr del tiempo y luego de todo lo vivido desea dejarnos en forma de consejos, la manera de practicar esta apasionante actividad:

  • La cumbre nunca será nuestra meta, ella sólo es un objetivo a lograr dentro de la ascensión, solo es la mitad de nuestra aventura.
  • La meta será llegar nuevamente a la base y reencontrarnos con los nuestros para festejar el logro y superar el cansancio.
  • A la cumbre debemos llegar “de acuerdo a…” y nunca “a costa de…”.

Víctor colaborando con una de sus compañeras de travesía en el Lanín.

  • Preparémonos para superarnos a nosotros mismos y no a la montaña, a ella nunca la venceremos, sólo conquistaremos nuestros límites.
  • Aprendamos a sentir lo que la naturaleza nos da, escuchar el viento, entender sus nubes, definir el itinerario, descifrar sus nieves y hielos, reconocer sus peligros y respetar sus señales.

Sobre una de las paredes de hielo del Lanín.

  • En ese momento en que el cansancio nos hace dudar de qué estamos haciendo allí, miremos nuestras huellas, cada paso que dimos es un logro, no importa cuánto falta para llegar, no siempre nuestra cumbre es la cima… sino donde llegamos.

El grupo de ascenso en el refugio del R.I.M. 26 en los 2.450 m.s.n.m. del Lanín.

  • Nuestra actitud es quien en definitiva va a cerrar el resultado.
  • Nunca olvidemos que “ninguna cumbre vale una vida” y que la montaña seguirá estando ahí para la próxima aventura.

Un numeroso grupo de ascenso del Achen Niyeu.

Practiquemos esta hermosa actividad con mucho respeto a nuestras cumbres: Lanín, Tromen y Domuyo, potenciando nuestras virtudes para crecer como andinistas y como seres humanos. Sin olvidar de cumplimentar todos los requisitos de seguridad y de ascender con un guía habilitado.

De esta manera alcanzaremos nuestro objetivo de regresar sanos y salvos a casa y poder estar listos para otra nueva aventura.

Contemplando la espectacular vista que ese día de ascenso regaló el Lanín.

¡Gracias Víctor!

Para mayor información: www.viejocondor.com