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Una reina en la cima de América

27 marzo, 2017

Alejandra Parada se convirtió hace muy poco en la primera mujer de Chos Malal en hacer cumbre en el techo del continente. Viví la experiencia de una docente del Norte neuquino en el Aconcagua, contado en primera persona.

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El sueño de muchos es condensado esta vez por una mujer, y en homenaje a todas, Alejandra Parada, nos cuenta como fueron sus días, su experiencia y sus sentimientos, en la travesía que la llevo a ser la primera mujer de Chos Malal en ascender la montaña más alta de América.

Nos cuenta Alejandra “fue fantástico, me sentía una reina. Cuando faltaban sólo 5 metros, que son como escalones súper verticales, el guía me dejo pasar adelante…, como si fuese una reina me encontré con la planicie de la cima…, y yo estaba allí. No lo podía creer, lo logré.  Sólo me reía de felicidad, y me tiré en el piso para recibir la energía del cielo y la tierra”.

 El desafío duró 12 días, partieron de Chos Malal el 30 de enero, y comenzaron a recorrer el Aconcagua el 1º de febrero, y del grupo sólo ella llegó a la cima el día 12 de febrero. “Fue todo muy emocionante. Fueron días muy duros, momentos en los que sufrís mucho, llanto y otros momentos de risa. En la montaña me reencontré conmigo misma, dejas de lado todo lo que la ciudad te contamina, ahí éramos todos muy humanos, nos ayudábamos entre todos. Tanto que hasta hacíamos reiki en la montaña, cuando alguno estaba bajoneado, o cuando nos sentíamos apunados con dolor de cabeza y mareos”.

El grupo con el que emprendió el viaje Alejandra estaba conformado por 4 personas, y fue guiado por Alberto Fuentes, un guía de trekking habilitado por la Subsecretaría de Turismo de la Provincia del Neuquén, quien conoce las dificultades y las necesidades de la montaña, teniendo en su haber 11 cumbres en el Aconcagua y otras 66 en el Domuyo.

Luego de la experiencia, Alejandra nos cuenta cuales son las principales fortalezas que exige la actividad… “a veces me sigo preguntando  cómo hice para llegar y lo más importante es tener que tener mucha cabeza como dicen, porque podés estar muy entrenado, pero si te flaquea la fuerza mental es difícil. Ese punto es clave y se trata de tener capacidad de resistencia para aguantar.”

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Pero además, Alejandra es consciente del entorno, de la fuerza de la naturaleza que late permanentemente y que no se detiene, accediendo de modo respetuoso y responsable “todo el tiempo yo le pedía permiso a la montaña, al vigía, eso significa Aconcagua, para que me anime, para que me de fuerzas para levantarme. Mucho permiso a la montaña. Creo que las montañas tienen una energía especial, y es cuestión de permitirse entrar en contacto con esa energía, tocando la tierra, mirándola como nos mira ella”, y nos cuenta que ella no conquistó nada, sino que fue  “la montaña que me conquistó a mí, porque ella me dejó ascender”

 Esa conexión es, tal vez, la principal usina de fortaleza ante la adversidad y nuestros miedos “en las noches el viento parecía que te llevaba la carpa, el frío llegaba a 29 grados bajo cero a veces. Incluso, al lado del Aconcagua hay un cerro que se llama Cuerno con mucha nieve donde había avalanchas. Nosotros las sentíamos en el medio de la noche, se escuchaban como el rugir de un león, y durante el día se veía una nube que descendía por la ladera de la montaña. También, en una oportunidad mientras estábamos los cinco en una carpa cenando sentimos un temblor, pero estás tan unido a la montaña que no sentís miedo, sólo te entregas a ella.”

Alejandra es docente de primaria, y tras alcanzar su meta explica que “mi idea es contarles a los chicos y transmitirles mi experiencia porque caminar por nuestras metas, ir en pos de ellas, es lo que nos da sentido en la vida” y agrega que “no me permitía no llegar, por mi familia y para demostrarle a todas las chicas que hacen montaña que se puede, porque es una actividad muy asociada al hombre, y tal vez, está bueno que se vea que una chica común, que labura todo el tiempo, con un entrenamiento de 3 a 4 veces por semana y con el convencimiento de que se puede, se logra.”

El penúltimo escalón al objetivo de Alejandra fue el Norte neuquino, donde se entrenó cada semana para llegar a lo más alto de nuestro costado del mundo: “El cerro semanal que subíamos es el Cerro de La Virgen, en Chos Malal, que es muy vertical, que mide 1330 metros. Otro cerro que hacíamos es el Mayal y el Cerro Calcayen, que es bellísimo, es más húmedo su ambiente, y se llega mediante una caminata muy larga de 8 horas. Y también íbamos al Cerro Corona en Huinganco, que es el más alto, después del Domuyo, de la Cordillera del Viento.”

Al alcanzar los 6962 metros de altura del Aconcagua, Alejandra Parada, se convirtió en la primera chosmalense en realizar la hazaña, acercando un mensaje de fortaleza y templanza, y dejando para el montañismo neuquino una huella imborrable.

Felicitaciones Alejandra!