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Flotada por el Río Limay

14 February, 2012

Un caluroso sábado por la tarde llego a la hora pactada a la orilla del río Limay, cerca del Balneario Río Grande, el más conocido de la capital neuquina y ubicado al final de la Avenida Olascoaga. Faltan unos minutos para las 16:00 y estoy en el lugar donde comienza el paseo, incluso veo la embarcación lista a la orilla del río, aguardando a los remeros.

Me están esperando Nicolás y el Colo junto al resto de la gente. Me presentan a los futuros compañeros de viaje y comienza una breve charla sobre las medidas de seguridad que deberemos seguir para un viaje tranquilo. Miramos atentos la explicación del uso de los remos, nos colocamos los salvavidas y estamos listos para partir.

Nuestro guía, Nicolás nos introduce en el manejo de la balsa inflable.

La primera sensación al pisar la balsa inflable es rara para el que no está acostumbrado, cuesta conservar el equilibrio, pero todo desaparece al sentarse sobre los pontones laterales. Cada uno toma un remo y Nicolás sube último en la parte de atrás para poder dirigirla usando su remo como timón.

Y el viaje comenzó, empezamos a remar lentamente para despegarnos de la orilla, todavía estamos en ese remanso del río Limay donde los bañistas se refrescan y tenemos que llegar a la corriente para que el río nos lleve sin esfuerzo. Nicolás nos indica que debemos ir hacia la orilla sur para evitar un sector de corriente intensa y poca agua, y nos damos cuenta que ya estamos cerca. Empezamos a remar con fuerza, parece que no avanzamos nada, pero de a poco nos vamos moviendo, es difícil escapar a la corriente… Y luego entramos en la corriente principal y profunda, por el centro del río. Ahora sí, a disfrutar, nos deslizamos sin esfuerzo, en silencio, pareciera que flotamos en el aire… El ensueño dura poco, escuchamos los gritos de la gente que se baña en la otra orilla y volvemos a la realidad, vemos las construcciones en el Paseo de la Costa y el puente que une la Isla 132 a la Calle Linares.

Construcciones en el Paseo de la Costa

Nos acercamos a una curva del río y nuestro guía nos dice que rememos hacia la orilla sur. Allí, junto a un sauce que vemos a lo lejos hay un remanso ideal para darse un baño y allá vamos. Remamos a ritmo lento, pero en el último tramo, para escapar a la corriente debemos esforzarnos nuevamente hasta que finalmente tocamos tierra. Aprovecho el momento para tomar algunas fotografías, una parte del grupo se baña, el resto charla tranquilamente intercambiando experiencias, tranquilos bajo la sombra de los sauces mimbre que pueblan las orillas.

Un baño al principio de nuestro paseo.

Después del necesario chapuzón (la temperatura es superior a los 35º) tomamos nuestros puestos en la embarcación y nos deslizamos suavemente hacia la corriente principal.

A remar…

Es interesante observar cómo cambia constantemente la profundidad de las transparentes aguas del Limay a medida que nos deslizamos, por momentos es de 10 centímetros, rápidamente se hunde a más de 2 metros, luego es tan profundo que no vemos nada y después vuelven a asomar las piedras del fondo. De repente escuchamos a un ave chapotear y la vemos corriendo, literalmente sobre la superficie del río, es una Gallareta, bastante común en la zona pero no por ello menos sorprendente. Le apunto con la cámara y logro congelarla en el preciso momento en que da un paso.

Gallareta “corriendo” sobre el agua.

Nuestro guía comienza a identificar todas las aves que vamos viendo por el camino, nos cuenta sus nombres y sus peculiaridades. Vemos Garcitas Blancas, Cuervillos de Cañada, varios Biguá, siempre parados en alguna rama dentro del río mirándonos pasar vigilantes y si nos acercamos demasiado no dudan en levantar vuelo.

Biguá vigilando el río.

Y encontramos la Garza Blanca que impacta por su tamaño… Es un día nublado pero un rayo de sol se asoma y la ilumina de un blanco radiante… Es más elusiva que las garcitas, vuela y para nuestra suerte se posa lejos, en un árbol sobre el río, pero justo en nuestro camino.

La gran Garza blanca.

Nos acercamos lentamente y sigue ahí, nos ayuda que la embarcación no tenga motor, una de las principales razones para hacer este tipo de excursión según Nicolás y no dudo de ello. Cuando la tenemos a 20 metros emprende el vuelo, majestuosamente, desplegando sus enormes alas que sobrepasan fácilmente el metro de envergadura.

Garza blanca en pleno vuelo.

Aprovechando nuestro interés, el guía nos habla de la Garza Mora, aún más grande que la blanca pero más difícil de ver; pero él, visitante asiduo, conoce un lugar donde suele haber una, y nos dirigimos según sus indicaciones hacia una entrada del río. Nuevamente tenemos que usar los remos para salir de la corriente del río, tomamos velocidad y un hábil golpe de timón nos dirige hacia nuestro destino. Vamos remando por esta especie de laguna, lentamente, esperando ver la Garza Mora pero no tuvimos suerte, solamente Gallaretas rompiendo el silencio con sus “trotes”.

Volvimos al río, aliviados de que nos llevara nuevamente, es agotador remar… Ya llevamos 2 horas de paseo, y no rehusamos la invitación a tomar unos mates. Nos detenemos en una pequeña playita bajo unos árboles y comienza la ronda. Intercambiamos nuestras impresiones del viaje y todos coincidimos en que es sorprendente estar en un lugar tan natural a minutos de la ciudad de Neuquén.

Se acaba el agua y por tercera vez volvemos a entrar al río, ahora directo a nuestra próxima parada, Playaventura, justo al frente de la confluencia de los Ríos Limay y Neuquén. Tratando de ver a lo lejos nuestro destino, divisamos gran cantidad de puntos negros y Nicolás nos cuenta que se trata de jotes cabeza negra y cabeza colorada. Estas aves negras, parientes de los buitres, por alguna razón desconocida eligen ese punto para posarse. Los ve todas las veces que desciende el río, siempre en la misma isla. A nuestro paso se alejan volando para luego volver a posarse en el mismo sitio como si alguna fuerza extraña los obligara a permanecer ahí.

Jote cabeza colorada.

Ya estamos llegando al muellecito de Playaventura, apuramos el último trayecto sabiendo que nos espera un brindis por nuestro viaje que ya está casi finalizando. Es un buen lugar para observar aves, y lo comprobamos rápidamente al cruzarnos a una Tijereta, un Churrinche y la Monjita blanca, pero estos 2 últimos fueron más rápidos que la cámara de fotos.

Tijereta.

Llevamos ya 3 horas y a lo lejos vemos nuestro destino final que es la Isla Jordán. Pero aún falta más, subimos al mirador detrás del camping para apreciar en toda su extensión la confluencia de los 2 ríos emblema de Neuquén, que a partir de este punto llevan sus aguas al mar con el nombre de Río Negro.

Confluencia de los ríos Limay y Neuquén, fotografía de Gonzalo Ortega.

La vista es maravillosa, se ve la unión de ambos ríos, al fondo los edificios de la ciudad de Neuquén y arriba de ella las nubes de una tormenta que ya amenazaba con desatarse. No queríamos bajar, pero el viento nos trajo el olorcito a lluvia y ante la perspectiva de mojarnos, decidimos que era mejor partir inmediatamente.

Vista de la ciudad de Neuquén desde la margen sur del Río Limay.

Descendimos del mirador, recargamos el termo y volvimos al río con nuestro destino en vista, tratando de disfrutar los últimos minutos de nuestro paseo.

Orilla del Río Negro.

Pero quedaba una sorpresa más, detrás de unas rocas encontramos una Garza Bruja, según Nicolás más difícil de ver que la Garza Mora.

Garza bruja, de hábitos crepusculares, apareció al final de nuestro viaje cuando se acercaba la noche.

Luego avistamos una gran mancha blanca, mientras nos acercábamos nos fuimos dando cuenta que era una población importante de Cisnes de Cuello Negro, habitantes permanentes de la Isla Jordán.

Cisnes de cuello negro en la Isla Jordán.

Y detrás de ellos nos esperaba “el Colo” para llevarnos de regreso a la ciudad. Cansados pero satisfechos por tan lindo paseo nos fuimos con la intención de repetir la experiencia…

En tierra firme, preparando el regreso a Neuquén…

Precio aproximado: $150 por persona
Duración: 4 horas.

Gracias a Sebastián “Colo” Rivanera y Nicolás Pugni por la invitación.

Esta actividad se difunde como un atractivo más dentro de la Ruta del Vino de la Patagonia que compartimos junto a la provincia de Río Negro.

Más información: Sebastián Rivanera es Lic. en Turismo y prestador habilitado de Pesca-flotadas en Neuquén, y titular de la Agencia de Viajes Sendas Patagónicas, legajo Nº 14787. Nicolás Pugni es Guía de Turismo y prestador habilitado de Pesca-flotadas en Neuquén.